En uno de los pueblos que rodean el lago Atitlán, en Guatemala, un grupo de mujeres borda y teje. Con sus manos escriben las historias de los mayas en un lenguaje simbólico mediante hilos y puntadas que forman pájaros, flores, serpientes. Algunas se sientan frente a telares que se sostienen de sus cinturas para crear piezas de cientos de colores. Desde tiempos prehispánicos, las abuelas enseñan este lenguaje a sus hijas, y sus hijas a sus nietas, entrelazando el conocimiento como quien entrelaza los hilos para crear nuevas obras, nuevas historias.
Muchas de esas mujeres también saben hablar con la tierra. Saben hacer surcos, poner las semillas y observan cómo de ese acto simple y preciado, nace el alimento y la medicina. Pericón, lavanda, albahaca, apazote, maíz, tubérculos, cultivos tradicionales de la región que se usan para sazonar, comer y curar.
A pesar de toda esta sabiduría que brota de las mujeres indígenas guatemaltecas y del incremento de turismo en los pueblos que habitan, muchas de ellas no tienen acceso a mercados justos para vender sus productos artesanales o agrícolas; no tienen acceso a servicios básicos, a conocimiento sobre sus derechos más elementales ni a la seguridad alimentaria. Además, muchas han sufrido violencia doméstica, sexual y otros tipos de violencia. Por eso, ese grupo de mujeres que borda y teje decidió unirse para crear la Cooperativa Integral de Comercialización Tzikiin Jaay Responsabilidad Limitada, un espacio integrado por 68 asociadas y más de 500 artesanas de Santiago Atitlán y comunidades cercanas. Su objetivo es reivindicar la importancia del trabajo artesanal y agrícola para la cultura y la economía local, al mismo tiempo que promueve la autonomía y la sostenibilidad entre las mujeres.
Entre ellas está Analicia QUIC Sosof, una mujer tz’utujil que desde hace años impulsa proyectos de formación, liderazgo y agroecología y que habla de la Cooperativa como un refugio para que las mujeres puedan tener independencia económica y romper con ciclos de violencia. Desde el 2023, como parte del Proyecto Sistemas Agroalimentarios Resilientes de EARTH Futures, la Cooperativa comenzó a capacitarse en temas de huertos, bioinsumos y cultivos sostenibles. Con materiales reciclados, las mujeres construyeron camas de cultivo y pequeños espacios verdes para sembrar plantas aromáticas y medicinales. Lo que empezó como una práctica experimental se convirtió en una oportunidad real de mejorar la alimentación familiar y generar ingresos.
“Teníamos la idea de cultivar, pero no sabíamos por dónde empezar. Con las capacitaciones que nos dieron los técnicos de EARTH Futures aprendimos a hacerlo y ahora vemos los resultados”, cuenta Analicia. Hoy, las asociadas siembran y cosechan distintos cultivos que utilizan para consumo propio y para la producción de tintes naturales empleados en sus tejidos. Algunas incluso ya venden sus plantas directamente a otras familias o a la misma Cooperativa.
El proyecto también ha fortalecido el liderazgo femenino dentro de las comunidades. En cada pueblo hay mujeres encargadas de coordinar y capacitar a otras, dar seguimiento a las siembras y compartir los conocimientos aprendidos a las que se les dominan como mujeres champions en los huertos y mujeres antenas las que enseñan las artes a las mujeres. Muchas de ellas participan en espacios de toma de decisiones y tienen una mayor incidencia política para el futuro de su país. “Antes algunas no se atrevían a hablar en público o no sabían que podían opinar. Ahora lo hacen con seguridad y orgullo”, dice Analicia.
La Cooperativa también promueve el uso de Tz’utujil, K’iche y otros idiomas mayas que se hablan en los pueblos que rodean al lago o donde tiene presencia la cooperativa. También impulsan el uso de la indumentaria tradicional como parte del fortalecimiento de la identidad cultural. “Nuestra indumentaria habla de nuestros ancestros, usamos símbolos como los pájaros, los volcanes y franjas rojas y blancas que representan nuestra sangre, nuestra identidad y el lugar del que venimos”, explica.
Además de los huertos, el acompañamiento de EARTH Futures a través del proyecto RTEP (Resilience through Egg Production) ha permitido desarrollar iniciativas de gallinas ponedoras para fortalecer la seguridad alimentaria y diversificar los ingresos familiares. Por otra parte, la Cooperativa creó la marca Pajarito Guatemala, que rescata el tejido tradicional con técnicas sostenibles. Analicia sueña con que la empresa tenga una tienda física en una de las zonas turísticas y están por estrenar una plataforma en línea para comercializar los productos de las asociadas, colaboradoras a nivel internacional.
La historia de Analicia y de la Cooperativa Tzikiin Jaay RL es un recordatorio de que el desarrollo rural no puede entenderse sin las mujeres. Son ellas quienes preservan el conocimiento de la tierra, quienes sostienen la economía local y quienes, a través de la cooperación, transforman su entorno en un espacio más justo, digno y sostenible.