Titir Nelson Longok (Promoción 2026, Uganda) era tan solo un niño el día en que dejó perdido su arado mientras él y su familia trabajaban la tierra. Movía la herramienta pesada con sus pequeños brazos para trazar surcos, preparar el suelo, planificar la siembra. Una siembra esencial para una madre soltera, Nelson y sus siete hermanos, pues de ahí provenían muchos de los alimentos que la familia consumía para subsistir. Ese día, él perdió el arado cuando llegó su hermano y les indicó que era tiempo de partir. Meses atrás, sus dos hermanos mayores habían viajado desde Uganda y se habían instalado en Kakuma, un campo de refugiados en Kenia creado en 1992, que resguarda a más de 200 mil personas de países como Sudán del Sur, Etiopía y Somalia.
La familia Longok no huía de ninguna guerra ni catástrofe natural, pero tenían una urgencia enorme por salir de la pobreza, tener mejores oportunidades y, principalmente, tratar la enfermedad de la madre: una hemorragia menstrual que la estaba debilitando físicamente. En Uganda, no habían conseguido ayuda médica ni ninguna opción posible para tratar el padecimiento y sabían que en Kakuma podrían acceder a la atención hospitalaria que ella necesitaba con urgencia.
Cuando su hermano lo llamó, Nelson dejó el arado en el suelo y se preparó rápidamente para construir una nueva vida en un campo de refugiados, en un país ajeno, con un idioma nuevo. Y para él, esto significaba una oportunidad que no había tenido antes para enfocarse en el estudio, sabiendo que, aunque las condiciones en Kakuma son complicadas porque el espacio está sobre poblado y la violencia está latente, él y su familia tendrían acceso a un techo, alimentos y atención médica y así, él podría enfocarse en el estudio y en todas las ambiciones que tenía desde niño con la meta de construir una vida digna para toda la familia.
Sin embargo, estudiar en Kakuma era un reto. Las aulas estaban tan saturadas de niños que las y los maestros tenían un espacio limitado para moverse y enseñar. Nelson cuenta que en una misma clase podía haber hasta 150 niños. Una junto a otro, con los ojos bien abiertos, tratando de prestar atención y de absorber todo el conocimiento posible. En medio de la muchedumbre, Nelson logró destacarse como un estudiante ejemplar. Sentía pasión por aprender y sabía que ese era el camino para su desarrollo personal y profesional y para ofrecer a cambio, apoyo a su familia y a su comunidad en Uganda.
Con mucho esfuerzo, obtuvo una beca para realizar la escuela secundaria en un internado, sin embargo, al terminar no logró acceder a oportunidades universitarias por su estatus migratorio: su petición de asilo en Kenia había sido rechazada. Según ACNUR, para finales del 2021 más de 5.4 millones de personas habían solicitado asilo en un país distinto al suyo. Como Nelson, muchas de esas personas no lo consiguen, esto limita sus posibilidades de trabajar, acceder a los sistemas de salud, a la educación y a los derechos más básicos. Por esa razón, Nelson decidió regresar a Uganda en donde comenzó a investigar sobre distintas universidades, carreras y becas, hasta que, a través de la Fundación Mastercard, supo sobre la Universidad EARTH. Le gustó el enfoque: sabía que si lograba entrar tendría que vivir al otro lado del mundo, aprender español, adaptarse a un ambiente multicultural, aprender haciendo. Y él se sentía preparado.
Ahora cursa el primer año de carrera y no ha perdido ni un segundo de su tiempo: Nelson ya desarrolló un proyecto junto a su hermano para apoyar a los pequeños productores de su comunidad y transmitir los conocimientos que va adquiriendo en EARTH para que ellos y ellas puedan aplicar buenas prácticas agrícolas en sus actividades diarias. El proyecto se llama Wetter Farm y se está enfocando en métodos alternativos de irrigación, seguridad alimentaria y resiliencia frente al cambio climático.
“Esta oportunidad de estudiar en EARTH significa mucho no solo para mí, sino también para mi familia y mi comunidad. Creo que con los conocimientos que adquiera en estos cuatro años, voy a poder crear oportunidades en mi país para que otros jóvenes no tengan que migrar a otros lugares en busca de una vida digna, como me pasó a mí y a mi familia. Estoy muy agradecido con EARTH y con la Fundación Mastercard por darme una beca completa”.
Por otro lado, Nelson se agrupó con otros jóvenes africanos para crear PovArts, una organización que tiene como objetivo apoyar académicamente y guiar a estudiantes que buscan oportunidades universitarias para que puedan aplicar a becas, ingresar a la universidad y romper con ciclos de pobreza sistémica, principalmente en zonas rurales y comunidades vulnerables.
Además, mientras estudia en EARTH, Nelson realiza trabajo remunerado en diferentes unidades de la Universidad. Se ha convertido en el barbero de la comunidad estudiantil y usa sus habilidades artísticas para vender retratos y dibujos inspirados en su país y en sus vivencias personales. Con el dinero que gana, él apoya económicamente a sus seis hermanos y a su madre. Dice que siente una gran responsabilidad de ser un soporte robusto para su familia y que por eso, cada día se propone dar lo mejor de sí mismo en todo lo que hace.
Ahora agradece recordar, con tanta precisión, ese día en el que soltó el arado y nunca más lo volvió a encontrar. Agradece la salud de su madre y la atención que recibió en Kakuma. Agradece haber asistido a la escuela, aunque estuviera sobrepoblada de niños. Agradece la iniciativa de sus hermanos mayores para sacar al resto de la familia adelante. Agradece mucho, todos los días, y desde ya, agradece a la tierra fertil de Uganda, a la resiliencia de su familia, y al apoyo de Kakuma, a través de acciones que van a ir creciendo con el tiempo para lograr un impacto trascendental en la vida de muchas personas.
¡Te admiramos, Nelson!