A los nueve años, Adam Vorster (Promoción 2015, Sudáfrica) conoció por cuenta propia la importancia de la agricultura para la seguridad alimentaria de la humanidad. En ese entonces, su familia no tenía una situación económica estable y como resultado, sus padres, su hermana y él, siendo aún un niño, comenzaron a cultivar alimentos para el autoconsumo. Desde ese entonces, Adam tuvo la epifanía definitiva: la agronomía sería siempre una parte importante en su vida.
Al salir de la escuela secundaria, pensó en estudiar otras carreras en su país, pero gracias a una conversación con la madre de una amiga, se dio cuenta de la existencia de EARTH y ya no hubo marcha atrás: Adam estaba decidido a formar parte de la Promoción 2022-2025. Estaba decidido a atravesar medio mundo, aprender una nueva lengua, y hacer todo lo necesario con tal de convertirse en un líder de cambio y luchar por la seguridad alimentaria de personas que, como él pueden encontrar en la agricultura una solución real y perdurable para mejorar su calidad de vida.
Adam cuenta con el apoyo de amigos y familia para financiar el porcentaje de pago que aporta a la Universidad. Este apoyo es una motivación para él, quien desde ya, busca dar lo mejor de sí mismo para lograr la excelencia académica y personal, y retribuir un poco a través de sus acciones positivas a todas las personas que son sostén para su educación. Lo muestra con hechos: comenzó a estudiar español por su cuenta, incluso antes de saber que había sido aceptado. Cuando viajó a Costa Rica en octubre para ser parte del Programa de Español e Inducción Intercultural, Adam ya podía entender un poco el idioma. Su esfuerzo está presente en cada paso que da.
A diferencia del 2020, las y los estudiantes no hispanohablantes de la Promoción 2025 viajaron a Costa Rica en el 2021 y, como sucedía antes de la pandemia, tuvieron la oportunidad de vivir con una familia costarricense vecina del Campus Guácimo en Limón. “Yo tengo la mejor familia de toda Costa Rica. Mis papás ticos se llaman Betty Barahona y Jorge Delgado y ellos realmente son mi familia ahora. Siento que su casa es mi casa. Tuve algunos problemas al inicio con el banco y con otras cosas, pero ellos me ayudaron con todo y principalmente con mi español. Además, las profesora Emilia Villalobos y Azalea Morales son muy buenas. Ahora tengo clases totalmente en español y definitivamente ha sido gracias a todo su apoyo”, recalca.
Cada día, Adam se despierta temprano, desayuna gallo pinto en una cafetería llena de personas de todo el mundo, se acostumbra a los acentos de sus compañeros, y entre tanto, se permite soñar grande. Se imagina aprendiendo todo lo posible en cada clase con el fin de convertirse en un ejemplo para otras personas y se ve así mismo llevando nuevos conocimientos a su país e impulsando prácticas sostenibles para la seguridad alimentaria de su gente y del mundo entero.
¡Mucha suerte en esta nueva aventura!