Cuando CHERY Roberto (Promoción 2028, Haití) aterrizó en Costa Rica en septiembre de 2024, tomó una bocanada de aire como si hubiese estado aguantando la respiración por un largo tiempo. Se sintió a salvo cuando vio el verde tropical desde las ventanas del avión que lo trajo de República Dominicana a San José después de meses de estar soñando con ese momento. No fue fácil. Cuando cuenta la historia de su viaje hace pequeñas pausas como para sacudirse de la memoria recuerdos difíciles, pero es impresionante ver cómo almacena hasta el más mínimo detalle de su travesía.
Roberto siempre quiso ser agrónomo. Su madre también lo es y él veía en la labor que ella ejercía un acercamiento constante con las comunidades. Quería ser agrónomo pero recibió una beca – una oportunidad única – para estudiar leyes al graduarse de la escuela secundaria. Roberto viene de una familia modesta y este tipo de oportunidades se toman, se aprovechan y se viven con esmero. Cuando estaba en tercer año de carrera en Puerto Príncipe, tuvo que regresar a su pueblo, en el sur de Haití, debido a la pandemia por COVID-19.
Por otro lado, el asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021, dejó un vacío que ha complicado aún más la estabilidad del país. En los últimos años, Haití ha sido testigo de un aumento en la actividad de las pandillas que aterrorizan a la población. Esta inseguridad ha paralizado gran parte de la vida cotidiana y ha agravado problemas históricos como la pobreza, el desempleo y el acceso a servicios básicos. Todo esto ha desencadenado un éxodo masivo, con miles de haitianos buscando refugio y oportunidades en otros lugares.
A pesar de las dificultades, Roberto no se despojó de su sueño de convertirse en un profesional y un líder de cambio. Decidió aplicar a EARTH retomando el anhelo de seguir los pasos de su madre y, cuando fue aceptado, se sintió la persona más dichosa del mundo.
Era junio del 2023 cuando él y BAGUIDY Bachmar (Promoción 2028, Haití), quien también fue aceptado en la Universidad, comenzaron una travesía que les tomaría más de un año para poder atravesar las fronteras que, literalmente, obstaculizaban su camino a Costa Rica.
Fueron meses agridulces. Roberto contó siempre con el apoyo constante de la Unidad de Admisiones para agilizar su aplicación a la visa de estudio, pero aunque los esfuerzos fueron infinitos, esto tomó cuatro meses. Roberto y Bachmar comenzaron el Programa de Español en agosto del mismo año con la esperanza de que, en cualquier momento, su situación se resolviera, pero, según dice Roberto, por las condiciones actuales de Haití hasta el trámite más sencillo se puede convertir en una tormenta.
Cuando ambos estudiantes obtuvieron la visa, llegó otro momento confuso: ¿cómo salir de un país que no tiene relaciones diplomáticas con casi ningún otro lugar? ¿cómo conseguir una visa de tránsito en países cuando los flujos migratorios han escalado tanto? ¿cómo salir de su pequeña isla para cruzar el mar y llegar a su destino?
Después de probar todas las posibilidades, el equipo de Admisiones consiguió un salvoconducto para Roberto y Bachmar. Un salvoconducto facilita la movilidad temporal en situaciones en las que los ciudadanos no tienen acceso a un pasaporte válido o enfrentan restricciones de viaje debido a crisis políticas, humanitarias o personales.
“Nadie es responsable del lugar donde nació, pero muchas veces las personas juzgan solo por eso. Si pudiéramos elegir dónde nacer, seguramente muchos escogerían un lugar diferente, pero eso no es posible, y pocos lo entienden. El proceso fue muy duro. Después de dos semanas me dijeron que recibiría el salvoconducto, y aunque me sentí feliz, también estaba agotado. Todo tomó tanto tiempo por mi pasaporte y la situación política en mi país. Hubo momentos en los que me sentí deprimido, lloré y recé, pero mi mamá siempre fue positiva y me apoyó mucho. Finalmente, cuando llegó el salvoconducto, hubo un poco de alegría en nuestra casa, aunque el camino seguía siendo complicado”, cuenta.
Al recibir el salvoconducto, Roberto y Bachmar debían viajar a la frontera que divide Haití con República Dominicana, tomar un bus a Santo Domingo y, finalmente, un vuelo a Costa Rica. Habían pasado 16 meses desde que comenzaron la larga travesía. En el aeropuerto, tuvieron que demostrar la validez de sus documentos y, agotados, lograron finalmente subirse al avión que los traería a EARTH, su nueva casa.
Por eso, cuando Roberto sintió que el avión ya había aterrizado y una aeromoza daba la bienvenida a Costa Rica en español e inglés, Roberto respiró profundo y se sintió aliviado. ¡Lo había conseguido! Y su camino para cumplir un sueño apenas comienza.
“Me siento profundamente bendecido. No fue fácil, solo eligieron a dos personas de mi país y me siento agradecido por esta oportunidad y por todas las personas que hicieron posible mi viaje. Estudiar en Costa Rica ha despertado en mí una mezcla de emociones: alegría, nerviosismo y curiosidad por aprender sobre las personas, el idioma y la cultura. Cada día encuentro motivación, aunque a veces también siento cierta inquietud por todo lo que tuvimos que pasar para lograr estar aquí”, cuenta Roberto.
Actualmente, Roberto vive con una familia costarricense con quienes ha creado lazos cercanos. Disfruta ver el esfuerzo, el cariño y la paciencia con que las personas le enseñan a hablar español; ya desarrolló un gusto especial por el gallo pinto, uno de los platos tradicionales del país; y se sorprende cuando ve grandes reuniones familiares para la celebración de un cumpleaños. Como parte del Programa de Español e Inducción Cultural que todos los estudiantes no hispanohablantes deben completar antes de comenzar la carrera, Roberto ha tenido la oportunidad de crear nuevas conexiones con personas que vienen de otros contextos y culturas. Habla de todo esto con una sonrisa en el rostro, una sonrisa sincera.
Su historia es un testimonio de perseverancia, fe y el deseo de construir un futuro mejor para sí mismo, su familia y su país.
¡Muchos éxitos en esta nueva etapa, Roberto!