En el Campus Guácimo de EARTH se encuentran las fincas didácticas que se convierten en las principales aulas para los estudiantes. Es en estos espacios mezclan la práctica con los conocimientos técnicos, con el acompañamiento de la facultad y los funcionarios. Una de esas fincas es Pecuaria, en donde aprenden sobre la Producción Animal partiendo del compromiso con la sostenibilidad y con el bienestar de vacas, caballos, ovejas y otras especies.
Désde el año 2024, el profesor de Sistemas Agropecuarios Sostenibles, Leslie Antonio González, comenzó a liderar una investigación innovadora y pionera en Costa Rica y en Centroamérica, enfocada en el uso de bolos ruminales, un pequeño dispositivo instalado dentro del rumen de una vaca, el compartimiento más grande de su estómago. Este dispositivo tiene sensores de alta tecnología para monitorear en tiempo real el estado fisiológico de los animales y tomar decisiones más acertadas para su salud, reproducción y bienestar.
Los dispositivos, diseñados originalmente para ganado estabulado en Europa, están siendo probados por primera vez en condiciones tropicales y con vacas de cruces adaptadas al trópico, que requieren rusticidad y resistencia al calor. Los bolos ruminales recolectan datos clave como temperatura, pH, actividad, consumo de agua y signos de celo, y los transmiten a la nube. Desde una aplicación, el sistema alerta sobre cambios fisiológicos: indica si una vaca ha dejado de tomar agua, si su temperatura es anormal, o si presenta inactividad que podría estar asociada a una enfermedad. En gráficas codificadas por colores, cada punto representa una observación, y las alertas rojas o amarillas se disparan cuando se detecta alguna anomalía.
Esta tecnología representa una herramienta para anticipar enfermedades, reducir el uso de antibióticos y mejorar la calidad de vida de los animales. La Finca Pecuaria cuenta actualmente con 25 vacas y los bolos ruminales fueron colocados en 10 de ellas. Las vacas que formaron parte de la investigación fueron seleccionadas por no tener experiencia de parto previa, por tener producciones similares entre ellas y por un máximo de tres cruces raciales. “Este tipo de tecnología fue creada para vacas puras en climas templados. Nuestras vacas necesitan una combinación genética para sobrevivir y producir leche en el trópico”, menciona González, quien se ha dado a la tarea y ha asumido el reto de tropicalizar el sistema.

Varios estudiantes se han involucrado en la investigación y están trabajando en el análisis de variables como el estrés térmico, correlacionando el aumento de temperatura con posibles enfermedades. Cada vez que el sistema emite una alerta, los estudiantes verifican el estado de salud del animal midiendo frecuencia respiratoria, frecuencia cardíaca y comportamiento. Hasta el momento, todas las alertas han coincidido con signos clínicos observables.
Más allá del monitoreo individual, los datos están permitiendo abrir nuevas líneas de investigación; por ejemplo, se está analizando el efecto de la temperatura del agua sobre el bienestar animal, y se está comparando del rendimiento de vacas en potreros con y sin sombra, en colaboración con otros miembros de facultad, como Lester Rocha, profesor del curso Proyecto de Graduación y experto en sistemas silvopastoriles.
Además, los datos están siendo implementados en mejoras dentro de la lechería del Campus, como a través de la instalación de ventiladores para regular la temperatura. En el futuro cercano, se espera automatizar la lechería con collares inteligentes y sistemas que dosifiquen alimento y controlen la salud reproductiva de cada vaca de forma automática.
En Costa Rica, un país con amplia cobertura eléctrica y conectividad, la ganadería inteligente es una oportunidad real. Aplicar tecnologías como los bolos ruminales podría ser un acto revolucionario para mejorar las prácticas de una industria que debe ser más sostenible y responsable con el bienestar de los animales.