Se dice que trabajar con microorganismos requiere una confianza en lo invisible. Se trata de confiar en procesos que no se pueden ver a simple vista pero que, sin embargo, son cruciales para la vida. Esto fue lo que despertó un profundo nivel de curiosidad en José Aguilar, quien durante un año y medio ha estado a cargo de la formulación de abonos orgánicos en la biofábrica del Centro Agrícola Cantonal para el Progreso de Sarapiquí (CACPROSA), en Costa Rica.
La biofábrica fue resultado de la alianza de CACPROSA con el Proyecto Sistemas Agrolimentarios Resilientes (RAS) liderado por EARTH Futures y con financiación posible gracias a una subvención de la Fundación Walmart a la Universidad EARTH. Este proyecto busca fortalecer organizaciones de productores para que sean negocios resilientes y efectivos, con impacto positivo en sus comunidades.
Luego de capacitar a más de 150 productores en producción orgánica, el equipo tuvo el impulso de pensar más allá. “Nos dimos cuenta que había necesidad no solo de que nuestros productores conocieran sobre los bioinsumos y supieran aplicarlos, sino también de fabricarlos nosotros mismos. Entonces, le dimos un giro a lo que estábamos haciendo y junto con EARTH decidimos crear una biofábrica”, cuenta Luis Jiménez, Representante Legal del Centro Agrícola.
Para ese momento José pasaba sus vacaciones en Costa Rica, trabajando en la recolección de plátano. Había llegado a San Julián de Sarapiquí desde Nicaragua, donde estudiaba Ingeniería Civil. Eso fue en 2021, y desde entonces se fue y luego regresó a Costa Rica aceptando que su rumbo profesional tenía poco que ver con la construcción de puentes y todo que ver con el mundo de los microorganismos que conoció por la oportunidad que le ofreció CACPROSA de liderar la biofábrica.
Con el acompañamiento de EARTH Futures, José se capacitó en microbiología agrícola, nutrición del suelo, procesos de fermentación, y manejo de insumos orgánicos para formular bioles, que son abonos de tipo foliar orgánico, de manera efectiva. Además, ha aprendido a ajustar las formulaciones según estudios de suelo y a manejar equipos de manera segura, asegurando la producción de bioinsumos efectivos y seguros que benefician a comunidades rurales.
José cuenta que, aunque su formación inicial fue en Ingeniería Civil, lo que comenzó como una simple curiosidad se transformó en una verdadera pasión por la agronomía y el mundo de los bioinsumos, a pesar de ser un campo completamente diferente. “Para mí, terminar un biol es una satisfacción muy grande. Cuando lo termino de fermentar, reviso su pH, su olor, su textura. Ver el producto final lleno de microorganismos vivos es un momento de inmensa gratificación”, afirma.
Conquistando retos en la era de los bioinsumos
Los bioinsumos representan la intersección entre la ciencia moderna y la sabiduría ancestral. Son el resultado de observar y entender cómo la naturaleza regula y protege sus propios sistemas y por ende, cómo ya tiene muchas de las respuestas a nuestros desafíos actuales en temas agrarios.
Por eso su adopción en la agricultura ha presentado a José Aguilar y a la biofábrica de CACPROSA una oportunidad para liderar un cambio significativo y positivo en las prácticas agrícolas de la región. Aunque los productores estaban acostumbrados a los resultados inmediatos de los fertilizantes químicos convencionales, José ve esta situación como una ocasión para educar y demostrar el verdadero valor de los bioles. “Ha sido todo un ciclo de aprendizaje, porque lo que hacemos con los bioles es alimentar el suelo, y el mismo suelo es el que se encarga de alimentar a la planta. Es algo diferente a la ideología que el productor tiene”, comenta, subrayando la importancia de introducir una nueva perspectiva en la agricultura.
Este reto lo ha convertido en más que un formulador de bioles; ahora es un defensor de la sostenibilidad. Inicialmente, para ganar la confianza de los productores, la biofábrica ofreció muestras gratuitas de bioles, permitiendo que los agricultores comprobaran por sí mismos los beneficios. Gracias a estudios de suelo y seguimiento en el campo, José ha demostrado que los bioles, aunque requieren un enfoque diferente, ofrecen beneficios significativos y duraderos. “Es un proceso distinto, pero cuando los productores ven los resultados en el suelo, comienzan a entender que este es el camino hacia mejores cultivos y producciones sostenibles”, afirma.
La dedicación de José no ha pasado desapercibida. Para Luis Jiménez, gracias a la preparación y la autoridad que le han otorgado, José ha podido tomar decisiones clave que han beneficiado enormemente a los productores. “Él ha demostrado un crecimiento impresionante en su rol, y espero que en el futuro podamos formalizar su conocimiento otorgándole el título de agrónomo especializado en agricultura orgánica, ya que ha recorrido un camino muy importante en este campo”, menciona.
Actualmente el éxito de la biofábrica se mide en la calidad y volumen de los productos que los productores entregan al centro de acopio del Centro Agrícola, como plátano, yuca y malanga. “Aunque el aumento en la producción es importante, nuestra prioridad es el suelo. Nuestros productos van enfocados 100% a mejorar los recursos que tenemos en el suelo y poderlos potencializar para que la agricultura que se siembre en él sea cada vez mejor”, agrega Luis.
A medida que siguen profundizando en el arte de trabajar con microorganismos, tanto José como la biofábrica de CACPROSA continúan su crecimiento, reflejando el mismo ciclo de vida y regeneración que fomentan en el suelo. Un aprendizaje continuo que se convierte en un impacto directo en la comunidad y el medio ambiente.