Una vez, cuando Aracelly Cordero era una niña, vio como un recipiente con leche de vaca se convertía, casi por arte de magia, en helado de yogurt. Desde una ventana en el Centro en donde laboraba su padre, observó cuidadosamente un proceso que la intrigó de principio a fin y que le hizo preguntarse ¿cómo se convierten los alimentos en los productos que llegan a nuestras manos? ¿Cómo se convirtió la leche en helado de yogurt? Era apenas una niña cuando tomó la decisión de dedicarse a “eso” que todavía no tenía nombre en su cabeza.
Hoy en día, Aracelly es la profesora de Procesamiento de Alimentos en nuestra Universidad. Su curiosidad por esta ciencia la llevó a estudiar Ingeniería en Alimentos en la Universidad de Costa Rica y más adelante, a realizar un doctorado en Design Thinking y Desarrollo de Productos en la Universidad de Barcelona.
“Cuando estaba en la carrera me di cuenta de que no estaba estudiando física, ni química, ni biología, pero estaba tomando la base de todas las ciencias para crear algo que todos necesitamos varias veces al día: alimentos”, cuenta Aracelly y agrega que con el tiempo conectó su carrera con la parte agrícola y se comenzó a cuestionar cómo hacer productos que mejoraran los sistemas alimentarios, que fueran más sostenibles, más sanos y más accesibles para todas las personas. Así fue cómo trabajando para distintas empresas aprendió a conectar con los agricultores y se interesó por sus procesos, por entender de dónde viene la materia prima y los alimentos que permiten la creación de otros productos.
Desde que llegó a EARTH para formar parte de la facultad su misión fue clara: preparar a las y los estudiantes para encontrar soluciones alimenticias dentro de sus contextos geográficos, sociales y climatológicos. Por ejemplo, en algunas lecciones los reta a crear un producto que pueda suplir necesidades en épocas de crisis como sequías, pandemias o terremotos. Y sus estudiantes experimentan con distintos procesos y materias primas para poder encontrar en la ciencia de alimentos una herramienta transformadora para combatir el hambre y la malnutrición.
En sus clases, Aracelly procura que los estudiantes aprendan mientras ponen en práctica los conceptos teóricos que ella les enseña previamente en el aula, antes de pasar al laboratorio; que tengan la capacidad de observar cómo funciona cada procedimiento y analizar y sacar conclusiones de sus resultados para realizar posibles mejoras; que entiendan la ciencia y el porqué de los pasos a seguir al hacer, por ejemplo, un queso, un fermento o una mermelada; y que si cometen un error, puedan descifrar cuál fue y cómo solventarlo.
“Yo también aprendo mucho como profesora. A veces explicando un proceso alguien levanta la mano y me dice que en su país se hace diferente. Les doy el marcador y los invito a pasar a la pizarra para que todos aprendamos y otros estudiantes también notan que en sus países se hace igual o de manera similar y hay un intercambio muy rico. Yo aprovecho ese intercambio y ese conocimiento para que ellos y yo nos nutramos más”.
Nos enorgullece contar con las enseñanzas de Aracelly, una mujer que hace ciencia para mejorar los sistemas alimentarios y que siente pasión por transferir sus conocimientos de forma dinámica a nuestros estudiantes.